¿Endeudarse?
Endeudarse
es un acto casi inevitable que consiste en obtener un algo de alguien, que a
raíz de suponer o percibir que necesitamos su algo o que nosotros le hayamos
comunicado la necesidad de ello; nos lo proporciona. Dejando claro, implícita o
explícitamente, que no es un obsequio
sino una cuestión de trueque. O se paga con lo mismo o de alguna otra manera.
Deuda
emocional
El
endeudamiento emocional no varía mucho en relación a cualquier otro tipo de
deuda. Sin embargo tiene un dejo de sutileza, el préstamo de éste no se llega a
percibir tanto como un crédito sino como una muestra de cariño, un regalo, un
sacrificio. La persona que nos
proporciona lo que necesitamos, consideramos que lo hace única y exclusivamente
porque así lo desea, a veces incluso sin que se le pida y generalmente porque
nos quiere. Lo que se provee, debido a la carga emocional, triplica su valor,
sobre todo para la persona que lo recibe.
El
que recibe, si sus características personales dan para ello, no sólo lo aprecia
por haberlo obtenido sin siquiera haberlo pedido (en algunos casos), sino que
llega a sentir pena por no poder haberlo obtenido por sus propios medios. Esto
ocasiona una autentica devoción y amor hacia el proveedor. La deuda debe
pagarse pero ¿cómo? y ¿en qué momento culmina?
El meollo
del endeudamiento emocional
Debido
a que lo que se ofrece, es un regalo y que no existe claridad en cómo se va a
pagar y en qué momento, la deuda puede ser eterna. Sobre todo si el proveedor
comienza a usar su sacrificio a manera de chantaje emocional, comunicando a su
conveniencia, implícitamente el siguiente mensaje “yo a ti te ofrecí cuando lo
necesitabas, indefinidamente y sin pedir nada a cambio y tu no puedes hacer
(ponga aquí cualquier cosa que se le demande) por mi. Me siento traicionado”.
En
este punto, habrá muchas cosas que no quieras hacer y que deberás hacer debido
al compromiso tan grande que sientes hacia con esta persona que ha hecho tanto
por ti, por amor.
Comienza
entonces una interacción en la que la falta de límites gobierna, pues decir
“no” a una demanda clara o supuesta se
torna en una tarea muy difícil, ya que la culpa aparece siempre. Y la relación,
en un abrir y cerrar de ojos, se transforma en una dependencia, donde ni deudor
ni prestamista, pueden librarse. Y donde el que debe, comienza a darse cuenta
que su valor ante el otro, está en relación a cómo pueda saldar su deuda.
¿Cómo salir
de una relación de esta naturaleza?
Lo
más importante es reconocer que la persona que nos ha dado tanto decidió darnos
desde el corazón y muchas veces sin que nosotros lo pidiéramos.
Los
prestamistas que participan en estas interacciones, nunca son víctimas, son
personas que obtienen amplios beneficios de endeudarnos emocionalmente. Saben
que el endeudado se siente tan culpable que será muy difícil para éste decir no
a cualquier demanda y esto los pone en una situación de ventaja. No todas las
veces ellos son conscientes de los beneficios, pero en definitiva gozan de
ellos.
Recordar
que cada persona es libre de dar lo que le parezca necesario y lo que pueda,
sin sentirse menos valioso, menos importante o menos útil, es sumamente
necesario para la construcción de relación sanas y equitativas.
La
equidad en las relaciones sin llegar al egoísmo o a olvidarse de uno mismo es
algo que se expondrá en el siguiente artículo.
MTFS
Isabel Sarmiento
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